Esta semana mi blog cumplió un año.
Si hubiera trabajado para alguna empresa durante ese año:
– Le hubiera conseguido miles de seguidores en redes sociales.
– Hubiera vendido miles de dólares en servicios y productos.
– Hubiera creado grandes campañas para su marca.
– Hubiera ascendido al menos tres veces o me hubiera cambiado a tres empresas.
– Hubiera ganado una gran cantidad de dinero.
– Estaría exactamente en el mismo lugar donde estuve hace un año atrás.
En cambio lo que hice fue:
– Meditar sobre cada uno de los temas que escribí en mi blog.
– Aprender a conocerme mas a mi mismo.
– Viajar libre, sin presiones, sin carencias.
– Visitar a mis amigos olvidados.
– Conocer nuevas personas.
– Cambiarle la vida a miles de viajeros que se decidieron a empezar a viajar.
– Ampliar enormemente mi visión del mundo.
– Proponerme nuevas metas, grandes, creativas y totalmente inspiradoras.
A los ojos de mucha gente que me rodea seguro “me perdí de muchas oportunidades”, pero valoro mas la vida por la cantidad de sueños que voy realizando en el camino, y no por la cantidad de cosas que me compro o dinero que acumulo.
Debo reconocer que en este terreno incierto soy mi propio conejillo de Indias. No aconsejaría nada que no hubiera hecho yo primero. Pero es a través de la experiencia propia que me permito compartir las cosas que voy descubriendo en este terreno sobre el que pocos quieren arriesgarse. A veces me parece vivir en un mundo ajeno y de fantasía; un lugar paralelo al que habitan los demás y las cosas que veo y encuentro son realmente asombrosas. Por eso trato de desconectar a algunos para que vean lo que hay detrás de las apariencias.
El miedo de dejar lo obtenido, el temor de perderlo todo, el miedo de apostar lo acumulado hace que muchas veces caigamos en la inmovilidad y la duda. “¿Y si sale mal?”, pensamos antes de transformar nuestras vidas, y a cambio nos quedamos en el mismo sitio. Es totalmente válido, sobre todo para personas que con el tiempo ya se han hecho de grandes responsabilidades. Pero con el tiempo volverás a deshacerte de las anclas, y si aun no las tienes, aprovecha este valioso instante.
No comiences a hacerte responsable de cosas sin antes haber aprendido a hacerte responsable de ti mismo. Aprende a encontrar la felicidad y luego, compártela.
