Hay un lugar que yo solamente había visto en sueños. Lo vengo imaginando constantemente hace varios años: una pequeña isla paradisíaca muy cerca del fin del mundo. Al igual que varios otros sueños que he tenido siempre supe que era una señal, algo que anunciaba mi llegada a una isla que en realidad si existía.
Y llegué a ella.
El nombre del lugar era Hogsara, un pequeño punto en el archipiélago finlandés en una parte donde la naturaleza reina y la paz gobierna sobre todo.
En mis sueños era una isla con unas pocas casas de cientos de años, pequeñas granjas, bosques fríos, pequeños puertos para botes y un faro. Salvo por el detalle del faro todo se parecía mucho.
Apenas unas cuantas familias viven aquí en invierno y juntan alimentos para cuando llega esta fría temporada. Pero el frío no significa nada para quienes se han acostumbrado a lidiar con él. Un par de veces hay un ferry que los lleva fuera de la Isla. Aparentemente quienes están aquí es porque quieren estar y no hay una necesidad muy grande de salir o entrar.
Este es un lugar natural alejado de la civilización con pocas casas y un mar congelado que rodea las penínsulas. El silencio es casi absoluto lo cual inevitablemente empuja a sentirse observado desde el cielo o conectado con el universo… Parece el lugar donde cualquier escritor vendría a dedicarse a una novela. (Quizá por eso me enamoré de este lugar)
Allí conocí a Jenni, mi anfitriona en la isla la cual me contó impresionantes detalles del estilo de vida de la gente en este remoto lugar. Ella nunca estuvo fuera del continente y la única vez que salió de la isla fue para estudiar. Luego de esa etapa sintió que tenía que volver allí ya que de otro modo iniciar una vida de pareja fuera hubiera significado dejar la isla para siempre. Fue así que volvió acompañada de su pareja y allí se quedó para continuar su vida de casada… la isla la llamó.
Y como no querer quedarse en un lugar así.
¿A qué se dedica la gente de la isla?
A pescar, a manejar negocios relativos a la naturaleza, pesca o embarcaciones, a dirigir el tráfico náutico alrededor de la isla.
Aunque suene a un estilo de vida ermitaño, las casas no son muy baratas y el mantenimiento de una vida aislada requiere cierta cantidad de recursos para lograrlo.
Llegar a este lugar es una completa fantasía, caminar sobre las superficies congeladas del océano y observar esa maravillosa bruma que acaricia los frondosos bosques verdes en el horizonte… Inolvidable.
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Esta visita fue lograda gracias a Nordic Bloggers Experience Finland, y los anfitriones Jenni Örnell-Backman y Roger Granlund.