Argentina - El ChaltenArgentina - Rio GallegosDiario de rutaGeneral

Camino al Fitz Roy

Partimos con datos puntuales, portar fiambre, seguir los senderos, 4 horas de caminata con subida y se llega a la laguna de los Tres a contemplar los altos picos y juguetear con la nieve. 3 horas de descenso y el cuerpo agradecido amanecería con los engranajes aceitados, renovados, luego de un gratificante sueño.
Bueno, la subida la hicimos en poco más de 5 horas. No por fofos y holgazanes, sino por fotógrafos afanosos. En medio de bosques de verdes y amarillos, rojos, naranjas, rojos y más rojos que trepaban mucho más rápido que nosotros las faldas de los cerros, pudimos ver liebres, Ñires y Lengas (árboles nativos) entre riachuelos y brotes de agua, todo bajo la vigilia permanente del imponente Fitz Roy que nos miraba desde su blanca posición, en los cielos, como un dios, quiza por ellos los nativos del lugar, los Tehuelches (ya extintos) los veneraban como una deidad a la que llamaban Chalten (cerro que fuma).
camino al Fitz Roy
La subida fue dura. Unas cuantas veces, a nuestro lado, canosos europeos con poco abrigo, raudos, nos tomaban la delantera. De pura pica aceleramos el paso. Ni aún así pudimos alcanzarlos. Se nota que el sudamericano no tiene la costumbre del europeo, quien tiene a la caminata como hábito. Comprendimos entonces que las canas que vimos serían batallas ganadas por eso, adelantarlos hubiese sido una ofensa.
Los últimos 400 metros para llegar a la laguna, eran hacia arriba, 65 grados de pendiente. Alegría para nosotros, despues de tanto bus necesitabamos retos como este. Muy felices corrimos y trepamos. tanta fue la alegría que, supongo, de tanto carcajear llegamos a la cima sin aire, sin aliento, sin poder hablar y con las piernas temblecas. La felicidad cansa, mucho.
El panorama, imponente. La laguna de los Tres parecía lavar los pies del gigante blanco. El Fitz Roy, calmo, ignoraba la presencia de las pulgas, que con la lengua afuera miraban absortas.
subida al Fitz Roy
Solo quedo descansar, echarle mano al fiambre y abrigarse mucho. la dura subida le hace olvidar al cuerpo que el viento frío sumado al hielo golpea con fuerza asesina.
Muchas fotos, juegueteo con la nieve desperdigada, y la bajada cumpliendo esta vez con el tiempo estimado. Llegamos de noche al pueblo, cansados pero muy satisfechos. El pago se vería al día siguiente. El sueño fue gratificante pero la aceitada de engranajes no. Es más, por el crujir de mis rodillas pensé que andabamos un poco más oxidados.

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba