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El rio que habla

Hacía tiempo que no completaba mis largos razonamientos en soledad, lo que me llevó a caminar hasta encontrarme en un lugar junto a un río.
Cuando nos imaginamos a nosotros mismos en un momento ideal, visualizamos escenas que por lo general suelen ser la mismas. Una de mis favoritas es la siguiente:

Estoy sentado en el pasto entre verde y amarillo. A mi lado corre un río y sobre mí se mueven las hojas de un árbol de eucalipto que refresca el viento que respiro. El río corre y en sus aguas renovadas encuentro miles de significados.

Volviendo a la realidad, me dí cuenta que estaba dentro de ese sueño. Miré a mi alrededor y ví que la escena tantas veces imaginada desde años atrás formaba parte de mi realidad inmediata.
Estaba sentado en Cusco, al borde de un río que corría y en sus aguas renovadas me hablaba. Estaba siendo protegido del día soleado por árboles de eucalipto que refrescaban el aire seco del que me nutría…

Entonces disfruté mucho del momento y reflexioné en la profundidad de mis pensamientos llevados por el río. Descubrí varias cosas que desconocía del río, por ejemplo: su sonido.
Cuando uno escucha una canción puede tener la habilidad de diferenciar los instrumentos, pero ¿que puede formar el sonido del río?.
Las frecuencias más agudas corresponden a las gotas y chorritos estrellándose contra el caudal. Pero la base profunda y más grave se forma a partir de la resonancia de las piedras chocando entre sí siendo arrastradas por la fuerza del caudal. Pareciera una multitud submarina aclamando. Estos dos «instrumentos» forman el sonido del río.

El río, tiene agua nueva a cada instante.
Es vida y mantiene vida pues muchos dependen de él.
Tiene épocas de gran caudal así como épocas bajas.
Refleja su entorno.
… por esos motivos el río es como la vida misma.

Me acordé de un libro justo cuando llegaba a estas conclusiones: Leí «Siddartha» de Herman Hesse el año pasado mientras estaba en Nazca a la sombra de una ponciana. Me conmovió mucho, y recuerdo un capítulo en donde el río se convirtió en uno de los principales maestros de Siddartha. Escuchándolo llegó a aprender más que con sus anteriores maestros y pudo conseguir así el conocimiento que le faltaba para alcanzar a convertirse en Buddha.

Bueno, este fué solo un momento con el río. También la pasé bien con el cielo, con las plantas, con el aire, con la luz y con el color.
Terminó mi iluminación y regresé a caminar más sobre la superficie de la vida.

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