En Bolivia y sobre todo en La Paz las emociones se viven en exceso. Aquí es en donde mejor se llega conoce el espíritu boliviano. Las calles atiborradas, mercadillos, tránsito desordenado, comercio, ruido, todo en un conjunto vertiginoso en medio de una geografía muy particular. La Paz es una «olla». Desde el centro de la ciudad hasta la periferia de «El Alto» metros de ascenso permiten ver esta cacerola en su totalidad. Rostros andinos y matices por donde se mire.
Un día el caldeado clima político es excusa para llenar de gases lacrímógenos las calles, lágrimas y gritos, bombardas mata gente y palazos. Otro el fervor religioso las llena de risas, alegrías, aplausos y bombardas festivas entre bailes y multitud de colores.
Esto es «La Fiesta del Gran Poder», magnífico espectáculo que el 21 de Mayo de cada año impresiona y alegra a toda la ciudad con los coloridos trajes y vistosos bailes a cargo de las escuelas de danzas tradicionales. Entre «morenadas» y «caporales» (danzas típicas, la primera representa alegóricamente a los esclavos negros que trabajaron las minas de Potosí durante la colonia) el día se hace noche y las tribunas no dejan de aplaudir.
Cada vestido es mas elaborado y vistoso que el otro, cada marcha más alegre y símbólica y cada minuto uno siente que ya extraña Bolivia, pues en resumen es un país intenso, en todo nivel.
