Luego de un largo viaje desde Resistencia, llegamos a la ciudad de Salta. Nos hospedamos de inmediato en Petit Hotel, un acogedor lugar a pocas cuadras del terminal y justo en frente de la estación de teleféricos que ascienden hacia el mirador.
Conversamos con Enrique, administrador del lugar quien nos dió las primeras indicaciones para movernos por la ciudad.
Nuestra primera misión y primer destino sería … la lavandería.
Por primera vez nos asomamos a la escazes de ropa limpia así que dejamos las bolsas en un Laverap (cadena de lavanderías que venimos encontrando desde Ushuaia) que por siete pesos se encarga de toda una canasta.
En fin. Luego buscamos algo de comer por la ciudad y como la carne ya había sido hábito decidimos variar con pollo al horno y lasagna.
Subimos por el teleférico (cuatro pesos) el cual nos dejó en el mirador. Simpático lugar desde el cual se aprecia toda la extensión de las calles de Salta.
Un detalle biológico del que casi nadie se da cuenta es que en los árboles de este cerro habitan grandes comunidades de arañas que llegan a tejer asombrosas telas en la altura. Asombrosas más que nada por las dimensiones de las redes extendidas entre árbol y árbol. Las arañas son tan grandes como su éxito cazando insectos voladores y por lo general solo se les ve en la altura. Quien no alza la mirada no las llega a apreciar nunca.
