Mi amiga Emma decidió hacer la ruta a Choquequirao conmigo. Pobre, no sabía en lo que se metía. Sus jadeos y rodillas temblecas la llevarían, días despues, a maldecir asociarse con Manolon para llegar al «último Refugio Inka». Pero al final, frente al increible paisaje de las ruinas, todo ceño fruncido y odio al camino quedó insignificante al lado de tremenda recompensa, CHOQUEQUIRAO.
Los Aguirre me prestaron carpa y linternas, sin ellas estaría perdido. Los sleepings y las ganas los pusimos nosotros.
Partimos Jueves, la ruta elegida sería por Huanipaca, pequeño pueblo de Apurimac cercano al complejo. Nuestra carga: sleeping bag, linternas, carpa, un par de mudas, mochila con enlatados, varios atunes, unos frejolones, pescado entomatado y un par de sopitas instantaneas. Chocolates y mani confitado para darnos el gustito, y las infaltables granolas proteicas; muchos caramelos de limón para engañar a la sed y mantener la boca entretenida, y 5 litros de agua (sabíamos que en el camino podríamos cargar más de los arroyos).
Tomamos un bus mañanero a Curahuasi, pueblo de regular tamaño en donde podríamos encontrar taxis que nos llevarían al ramal de Huanipaca. Antes de llegar a Curahuasi nos quedamos atorados en la carretera mas de una hora. Una obra para hacer un puente nos puso el pare. De Curahuasi tomamos un bus interprovincial, buena elección, el ahorro es lo primero. Con retraso y todo llegamos al ramal de Huanipaca en 5.30 horas. A esperar más.
A la hora y media una pareja de comerciantes de Sicuani, Cusco, llego al ramal a acompañarnos. Gente muy amable, nos mantuvieron entretenidos contándonos sus historias de ventas en innumerables caminos hasta que (para suerte nuestra) una bien equipada camioneta paso de entrada a Huanipaca, se detuvo y nos hecho un aventón.
La hora y media que nos habían dicho se convirtió en 45 minutos. La camioneta iba a muy buen ritmo en medio de las quebradas, subidas y bajadas del camino que lleva desde el ramal al pueblo.
Almuerzo gordo y baratísimo y a caminar hacia Tambobamba, comunidad cercana rumbo a las ruinas. Dos horas y llegamos a oscuras a la ex hacienda tambobamba. Allí estrenamos carpa prestada. En medio de burros, chanchos negros, caballos, vacas y perros guardianes, tuvimos nuestro primer día de camping.
Al día siguiente a continuar con la marcha. Hasta ahora, el peso pesado que llevábamos en la espalda no incomodaba aún pues todo iba siendo bajada.
La consigna era llegar al río Apurimac. En el camino nos dimos un banquete de naranjas, buenísimas, a punto.
En la antigua hacienda San ignacio los arbóles frutales bordean el camino y tientan a todo caminante. De allí se iniciaba una fuerte bajada, la hicimos a hpra punta, con el sol sobre los hombros. Emma llegó casi desidratada y sus huesos nesecitaron descando. Fue lo mejor. Si bien eran recién las 2 pm, hicimos bien en quedarnos a hacer base en el río, así chapotie buenas horas y tuvimos un descanso estratégico. En ese momento hubieramos subido hacia Choquequirao con todo el peso (cosa que hubiera resultado asesina, un guía que por allí paso horas más tarde, nos indico que debíamos ir ligeros) y en mala hora, con todo el sol en la cabeza y arrastrando el cansancio de la caminata anterior.
Otro día más, esta vez, muy ligeros, llevando solo carpa, dos latitas de atún en los bolsillos y las bolsas de dormir(las demas cosas las camuflamoos por matorrales) emprendimos la subida. Lo normal es hacerla en 5 horas. Si se es arriero piernón, en 4. Nosotros la hicimos en 6. Esta subida es realmente fuertísima. La chímpun Emma casi desmaya. Varias paradas ayudaron a respirar. Con las fuerzas en retirada divisamos las primeras terrazas inkas!. Unos pasos más y ya estabamos en la entrada. Control obligatorio del INC, 10 soles por persona, un almuerzo en lata, a sembrar la carpa y corriendo a las runias principales, 25 minutos arriba del espacio de camping. Julio, el encargado del INC nos acompaño ofreciéndonos una pequeña guía.
Choquequirao, increible. El aire, el paisaje, las increibles ruinas, toda la grandeza del pasado incaico. Es increible como en un lugar tan cerca del cielo, alejado de todo, a un paso del sol, en medio de las nubes, se erigiera un centro tan bello e importante como Choquequirao. Una costrucción así, y sobretodo, en un lugar como este, es un prodigio, hecho por gente con una capacidad muy por encima de la lógica actual.
Se que las fotografías no pueden trasmitir todo lo que se siente en un lugar como este, pero acá se las dejo, me esforce en retratar lo principal.
Lo mejor de día, a partir de las 3.30, a 4 pm, los cóndores suelen ascender sobre las ruinas, planeando muy cerca de la plazoleta principal. Allí estaba yo, en el lugar indicado, hora precisa. De pronto un majestuoso cóndor apareció a 15 metros de mi posición. Con una cabeza enorme, parecía ser el jefe del grupo. A él lo siguieron un desfile de 6 cóndores más. Medio nervioso las manos no me obedecieron y demoré mucho en sacar mi cámara. Pude tomar algunas fotos lamentándome de no haber logrado retratar al lider cabezón, el que mas cerca tuve.
La noche fue coronada por miles de estrellas, la quebrada acentuaba el reslandor de las mismas, precioso. El día siguiente desde el amanecer otra vez a las ruinas principales. a pasar el día tumbados sobre las hístoricas estructuras, tratando de llenarnos de la energía del lugar.
Con los ojos llenos y el espíritu empapado, nos despedimos de las ruinas y el paisaje, de don Julio, y la gente del INC.
Levantamos carpa y dos horas de bajada en carrera nos llevaron al la ribera de Apurimac de nuevo, llegamos con las últimas luces, algo arriesgado pues el camino es bastante estrecho.
Otra noche de camping, y e día siguiente sería de full caminata, horas de horas para llegar a Huanipaca de noche. Y listo, de ahí a Cusco a contar la experiencia y amasar recuerdos únicos. Si hay algo de fuerzas y se desea hacer un turismo único, digno de envidia, hay que visitar Choquequirao. UN LUGAR INCREIBLE.