Hace unas horas finalmente falleció la incondicional mascota que por siete años estuvo conmigo y mi familia. Desde que lo tuvimos de pequeño fue un cachorro que se hizo querer y nunca creció mucho. Se quedo enano. Desde entonces hicimos muchas fotos y diseños como el que se ve más arriba y sin incontables las horas que hemos pasado jugando.
Es realmente triste cuando algo que quieres se va de pronto. Y es más triste no poder estar allí cuando sucede. Por lo menos su partida fue con el menor sufrimiento posible y es finalmente una transformación. Porque al igual que todos nosotros, siempre estuvimos y siempre estaremos acá. Un día somos personas, pero también fuimos lago, fuimos piedra, fuimos aire, planta, roca, tierra …
La materia se transforma, no desaparece y en el fondo todos estamos conectados, cambiando y transformándonos constantemente. Cosas como esta me hacen reflexionar en lo efímera que es la vida y como siempre me apuran a aprovechar el tiempo que pasa. Es todo lo que tenemos, el tiempo que se nos ha dado para descubrirnos a nosotros mismos y no creo que exista nada más valioso que eso.
Duele saber que ya no exista tu forma vital, pero me alivia saber que siempre estarás en el mundo y en mi memoria, por lo menos hasta que esta se apague también. La muerte no es un final sino un cambio.
