Estuvimos en Arica varias horas esperando a que nuestro bus saliera a las 8pm.
En el trayecto hacia Chile perdimos dos horas de nuestra vida que nunca supimos donde se fueron. Tuvimos que adelantar los relojes dos horas.
Nuestra caminata por Arica fue muy enriquecedora. Estuvimos caminando a lo largo de la costa por las principales playas. Este fue nuestro primero verdadero contacto con la realidad Chilena. Varios kilómetros de calles limpias y ordenadas. Horizontes con veraneantes en la arena, chicas lindas tomando sol, ciclistas, deportistas, y negocios con música y comida.
Arica tiene bastante historia reflejada en sus monumentos y construcciones (varias de ellas contruídas por Gustave Eiffel). El morro de Arica es bastante representativo pues recuerda batallas limítrofes, pérdidas y victorias para los países colindantes.
Para nosotros viajar por Sudamérica significa estar libre de nacionalismos y de esta manera permitirnos aprender de nuestras diferencias y semejanzas por igual.
Nuestro bus partió a las 8pm rumbo a Santiago.
En el camino nos detuvimos en varias ciudades: Iquique, Antofagasta, Chañaral, Copiapó y La Serena.
La ruta nos reveló un país que a lo largo tenía ciudades con mucho potencial minero y pesquero. Muchos puertos preparados con barcos y containers. Ciudades de estilo muy europeo al borde del mar. La pobreza era mínima y lo más parecido eran casas de madera, casas rodantes, granjas y posadas en la ruta. En todo caso siempre pudimos apreciar cuidades independientes y completas con universidades, hospitales, supermercados, colegios, y sobre todo mucho desarrollo industrial.
Nuestra llegada sucedió veintiseis horas después de nuestra partida. Eran las diez y media en Santiago y nos dirigimos a Providencia a un hospedaje conocido como Donde Claudio.
Cuando salimos del terminal de buses nos encontramos de inmediato con una preciosa y moderna capital. Caminamos por el mall del terminal dirigiéndonos hacia las luces publicitarias de los carteles. Tomamos la avenida La Alameda y nos subimos a un bus que nos dejó en el canal Santa María.
Caminamos por las calles bohemias de Providencia donde se reúnen los jóvenes a carretear (celebrar, festejar) y finalmente llegamos a Donde Claudio.
Llegamos de improviso, sin embargo Claudio tuvo la gran gentileza de hospedarnos hasta el día siguiente a pesar de que no habían cuartos disponibles.