El Glaciar Perito Moreno

Satisfechos regresamos a El Calafate con la consigna de rematar este trote patagónico con la visita al Glaciar Perito Moreno. Si bien no esta muy cerca de la ciudad (70 km mas allá del Calafate) la gran organización turística del lugar provee del transporte necesario. Partimos a las 8.30 am y a las 10.30 ya estabamos frente al Glaciar. El pasaje nos costó 40 pesos ida y vuelta. Además para pasar al parque Nacional en que se encuentra el glaciar se debe abonar 10 pesos si se es nacional y 30 si se es extranjero. Mas allá de la plata, el glaciar es extraordinario. Sobre todo si uno considera que lo tiene en frente, a pocos metros de distancia desde la comodidad de un mirador. Mucho viejito feliz, ya que el bus llega hasta el mirador. Insisto, comodidades aparte, plata aparte, es obligatorio ir a ver el glaciar. La sinuosidad y detalle de todas las gamas imaginabes de azules y blancos contrasta con el profundo esmeralda del lago que cubre sus raíces. El cercano verde de los cerros se ve disminuído al lado el glaciar, desde el ángulo que uno lo ve, es inmenso, omnipotente. El frío entra en los pulmones, cachetea e hinca pero no importa, uno no puede dejar de contemplar. Frente a mis narices tenía un pedazote del pasado histórico del planeta, un testigo de la era glacial, el Perito Moreno. Lo mejor fue que pudimos ver el desprendimiento de una considerable tajada de hielo. Es más, lo filmé. Suerte de suertudo pues lo mas común es ver pequeños trozos caer mientras que el eco se encarga de agigantarlos.

En el hostel, muy recomendable, «los Nietos», buen precio y cerca del terminal de buses, hicimos maletas para viajar al día siguiente a Punta Arenas, pasando por Puerto Natales, ambas ciudades en Chile. Tuvimos buenas conversaciones con otros viajeros que se quedaban en El Calafate, la mejor de ellas con Dominiq, mochilero francés, muy conversador y risueño, con una característica dorada para todo el que viaja por mas de 4 meses, ahorrador.