Como ya lo dije, en el Chaltén hay mucho por ver. El cansancio por el trote del día anterior no debía tumbarnos. Hay tracks mas descansados. Es así que junto a los Nicoliche partimos hacia el Lago del Desierto.
Mario y su esposa han apostado por este lugar desde hace 8 años. Llamados por la belleza y tranquilidad de la zona decidieron invertir y los últimos años de crecimiento colaboraron en que pudieran establecerse definitivamente. Ellos son dueños del Complejo turístico Kalenshen. Gracias a su invitación pudimos gozar plenamente la belleza de El Chaltén. Su hospitalidad no solo quedó en recibirnos y hacernos sentir como en casa, sino también en acompañarnos y guiarnos por los paisajes del lago del Desierto. El camino y la vista fueron acompañados por una magistral clase de historia geopolítica y cultural. Los temas fueron desde la vida y el triste final de los pobladores originarios, los Tehuelches, hasta los pasados conflictos limítrofes con la hermana república de Chile, entre otros interesantes puntos. La señora Nicoliche es la jueza del pueblo y su conocimiento como nos lo demostró va mucho mas allá de los temas legales.
Mientras caminabamos por las orillas del gran lago, Mario preparaba un almuerzo para el recuerdo.
Todo el entorno alimentaba. La exquisita parrilla no hizo sino afianzar lo que desde que entramos a la Argentina vamos comprobando, el gran sabor y generosidad de las carnes del país. Un vino de Mendoza para acompañar la amena conversación y el paisaje, verdes bosques y el blanco vigilante de los cercanos nevados fueron la cereza.
De regreso visitamos la catarata de Chorrillo, observar fue tan grato como beber de sus frescas aguas. No se si fue por el lugar, pero creo que esta vez ha sido la primera en que siento el gusto de lo realmente puro y natural, sin marketing de por medio.
Por algo es bien sabido que los hielos continentales de la Patagonia conforman la tercera fuente natural de agua para la humanidad, despues de los polos norte y sur.
En resumen, el Chaltén, para sacarse el sombrero. Más alla del marketing turístico, la infrestructura para ello, las vías de acceso y los circuitos creados, el Chaltén, es recomendable en extremo. Lo mejor es el paisaje y la gente, quienes vienen apostando aquí con amor y convicción. Los Nicoliche son el mejor ejemplo.
