9 de Mayo, día del transporte surrealista y el reencuentro con lo perdido.

A las 7 am bolivianas partía el bus a Tupiza. Nos levantamos a las 6, porsiacaso, no queríamos ser víctimas de los relojes otra vez (además con la ansiedad casi ni pude conciliar el sueño en toda la noche). El viaje debía ser de dos horas pero hicmos casi 3,30. Hemos llegado a la conclusión de que aquí es imposible hacer un cálculo temporal según kilometraje, el tiempo es dominado realmente por el timón del chofer que para todas las veces que puede y llena el bus hasta que lo siente crujir. De alguna manera, entre poblados alejados en el frío de las sierras, el bus es aquí el héroe de la intercomunicación y como tal, cumple su misión salvadora trepando a cada persona que saca la mano en la ruta… pero creo que todo tiene un límite, llega un punto en que nadie más puede entrar y el carro se convierte en una lata de sardinas. En este punto toda supuesta intención heroica deja de ser vista como tal y lo único que queda son las quejas, incomodidades y gritos de la misma gente que ya no aguanta más.
Al fin en Tupiza, solo estaríamos 15 minutos porque el carro a Uyuni salía ya. Pero realmente no olvidaré esos 15 minutos, pues fueron momentos de reencuentro con mis bultos, mi ropa y mi cachivaches. Todo estaba bien, obviamnte algo cochinillas las mochilas (el polvo de la ruta se cuela por rendijas y ventanas, al menos hasta los caminos son de ripio) pero completas. Nelson recuperó la confianza en la humanidad, sus monedas exactas, tal y como las tenía guardadas.
El bus para Uyuni nos esperaba. Describo su alma y performance, porque en la foto de más abajo verán su facha… una armatoste de colección, viejo, feo, aparentemente destartalado pero, todo un tigre, con un espíritu guerrero único. Las 8 horas de viaje pasó por trochas asesinas, subió pendientes elevadísimas, cruzó arenas fofas, todo un ranger el cacharro. Ni pensar que al verlo pense que nos quedaríamos botados varias veces. Mil disculpas Ranger. Subimos al «Ranger» con los mochilones, al no tener bóveda el carro, antes que amarrarlas al techo con improvisadas sogillas(ya mucho trauma sufrimos teniéndolas lejos una noche) preferimos viajar con ellas de bulto en nuestras piernas y regazos. El pasaje nos costó 35 bolivianos (7,5 dólares). Apretaditos, partimos. Es sorprendente como las mamachas pasan del quechua(no soy experto pero supongo es quechua.. no creo que aymara) al castellano. Lo hacen de una forma que inspira respeto, sin darse cuenta y de forma fluída. Y yo con las justas masticó algo de inglés.
El viaje. Si bien no paró mucho, fue lleno desde el inicio, no me refiero a asientos, sino a pasillos. Atiborrados de gente, los que a su vez se atiborraban de bultos (2 o 3 cada uno, por lo menos) con distintos( y sorprendentes en unos casos) productos. Botellas, cervezas, comida, fajos de coca… todos ellos en el camino. Cada bajada de descanso significaba pegar de brincos entre estos obstáculos, teniendo mucho cuidado de no tropezar, entre tanto objeto apiñado, con una wawa de las muchas que iban acomodadas con sus madres en el piso del bus. Entre cambios de pañales y ventas de humi»N»tas al paso, polvo, y horas, llegamos a Uyuni.
Y aquí estamos. Esta vez el hospedaje nos costo un poco más, 2 dólares aprox. Pero esta mejor, aunque la dueña es ofensivamente desconfiada y se nota más mezquina más que el más mezquino.
ya vimos lo referente a los tours al salar de Uyuni. Mañana Iremos en un tour de 10.30 a 6 pm, así nos han dicho. Parece que en buenos transportes todo terreno, mañana lo confirmaremos. Nos rebajaron a 13 dólares cada uno. El preco base era 15… no mucha diferencia pero siempre da gusto lograr alguna rebajita, por eso lo comento.