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Crónica de mi vuelo a Europa

Cuando las ruedas del avión se elevaron y dejaron de tocar el suelo de Latinoamérica supe que una parte importante de mi se estaba quedando atrás. Por primera vez vi las costas del Atlántico bañadas por olas que parecían flamear un adiós.
En la oscuridad de la noche una alfombra de diamantes ámbar dibujan ordenadas calles y avenidas mientras voy sobrevolando ciudades de Perú, Ecuador, Colombia, Brasil, Venezuela.

Cuando todo se puso completamente oscuro supe que Latinoamérica se había quedado atrás y pasaría un buen tiempo hasta que volviera a caminar encima de sus tierras.

Ya en el avión aparecen las aeromozas sirviendo finalmente meriendas y bebidas. Los pasajeros quedamos a su merced porque nadie puede subir alimentos y cada vez que pasan con algo de comer parece una celebración. La banalidad de los dutty free me baño con su olor a perfume.
Soy un vip del mundo.

Aun así el viaje se torna pesado y agotador. Son mas de quince horas de vuelo de las cuales solo logro dormir dos. Finalmente la noche empieza a convertirse en día. Estamos volando en contra del reloj, y lo que debió ser mi desayuno se convirtió en mi almuerzo. Viajar por el meridiano del tiempo hizo que desaparecieran siete horas de mi vida.

Estoy sobre una infinita alfombra de nubes blancas.

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Finalmente veo un nuevo vaivén de olas pero esta vez flamean una bienvenida. Son las costas de Holanda. Quedo maravillado ante la perfección de su distribución, tan increíblemente verde que parecieran campos pintados a mano. Entre ellos casitas de ensueño alrededor de los lagos con techos a doble agua, embarcaderos privados, trenes eléctricos, y gigantes molinos que brindan energía limpia a toda la región. Verde como comercial de leche, como campo de futbol, como fondo de Windows, como esas cosas que parecen mentira solo que de verdad.

La mañana se torna fría y nublada, cae un poco de lluvia por la ventana del avión y logro filmar el aterrizaje:

Al llegar al aeropuerto de Ámsterdam converso con algunas personas en ingles, y luego paso a que sellen mi visa. Los típicos túneles de rayos x donde hay que quitarse todos los metales. Por suerte continuo mi viaje sin contratiempos.

Inmediatamente después tomo otro vuelo hacia Viena, Austria. Esta vez en un avión más pequeño. El día sigue frio, el cielo nublado, pero eso no lo hace feo, por el contrario interesante… como si algo fuera a pasar en el cielo.
Se elevan nuevamente las ruedas sobre el continente, y disfruto del panorama europeo desde el cuelo. Unos cientos de nubes después comienzo a aterrizar sobre un paisaje no muy distinto al anterior, el cual finalmente me deja en tierra firme.

A diferencia de otros aeropuertos, aquí si bajo directamente por las escaleras del avión hasta la pista de estacionamiento, en vez de pasar por mangas cerradas.  Siento el aire de Viena despeinarme. Desciendo abrigado por las escaleras del avión cargando mi guitarra mientras el viento me despeina. Te lo dije, soy un vip del mundo. Como los Beatles.

Son alrededor del las 8pm aunque mi instinto y el cielo me hagan sentir mas unas 3pm. Pero eso al meridiano no le importa, es la hora que es.

He llegado a Europa.

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Nelson Mochilero

Creador de mochileros.org y la ruta Sudamérica Austral. Blogger de viajes pionero en Latinoamérica, ganador al mejor blog personal y mejor blog de viajes. Puedes leer más aquí. Ahora en Youtube y en estas redes sociales:

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