Conocer personas, conocer lugares, descubrir rincones; todo ello quizá es lo más bello de viajar. A veces uno puede lograrlo sin siquiera ir muy lejos.
Hoy conocí a Chantal una mochilera más que fuera de la mochila trabaja en la Quinta da Aveleda. A pesar de llevar un trabajo importante en este impactante lugar ella viaja con solo una pequeña mochila, sin muchas ambiciones más que liberarse de las grandes cargas y experimentar la esencia del viaje.
En sus palabras “uno es mochilero por elección”, no solo por una cuestión de presupuesto. Y uno viaja con una filosofía particular siendo mochilero, descubriendo el mundo liberado de pretensiones.
Es inspirador escuchar hablar a alguien con tantas verdades, especialmente porque uno puede darse cuenta que hay honestidad en las palabras que eligen y escogen un viaje mochilero para ser parte de esa experiencia transformadora.
Si nunca oíste de Quinta da Aveleda puedes estar perdiéndote de mucho. Quizá lo más genérico que oigas es que se trata de una casa que hace vinos, pero ciertamente es más.
La Quinta de Aveleda tiene uno de los más hermosos jardines que verás en tu vida. Y si un jardín no te parece nada interesante, es porque nunca has visto la expresión del paisajismo a este nivel.
Los detalles barrocos, las escaleras con musgo, las artísticas casas, las lagunas con cisnes, los eucaliptos gigantes, las antiquísimas bodegas con olor a cien años y telarañas tan gruesas como telas. Todo eso impacta a la vista en un juego armónico de colores que pareciera ser una gran obra de arte. Sin embargo es un lugar que ha evolucionado naturalmente, y es caminando que uno lo percibe con facilidad.
La Quinta da Aveleda produce algunos de los vinos más famosos del mundo. Entre ellos el vino verde del mismo nombre «Quinta da Aveleda» y otras marcas con características distintas como el vino «Casal García Rosé» ambos hechos con una variedad de uva Alvarinho influenciada por los vientos del Atlántico. En este punto podríamos hablar de muchas cualidades del néctar de uvas, pero simplemente sugeriría probarlo si un día te encuentras con una botella de Aveleda.
Pasear por la Quinta de Aveleda es un viaje por la historia familiar de varias generaciones creando productos y manteniendo este lugar. Salta a la vista, atrae y enamora sin lugar a duda.
El detalle paisajístico del lugar pareciera salido de alguna película épica de ficción o de renacentismo barroco.
Para mí fue el espacio perfecto para una grata charla, un almuerzo en un mágico lugar en frente de los viñedos. Fue un día soleado, dejando un grato recuerdo que se quedará conmigo de por vida.
De regreso de Quinta da Aveleda conocí a la señora María, esposa de Julio, madre de Iva y Filipa, todos miembros de un adorable emprendimiento familiar; el Solar Egas Moniz.
Cuan amable y dulce puede ser escuchar a una persona hablar con orgullo del lugar donde nació y de su familia. No solo contaba detalles de la gente de Portugal sino que ciertamente me hizo ver en vivo esa calidez: deteniendo el auto para hablar al menos unas cuatro veces con cualquier local, para preguntar que hacia o como estaba, y ver que la respuesta era naturalmente cordial, alegre, hospitalaria.
Gracias a ella pudimos descubrir un centro arqueológico: Castro Montesinho y pasear por las calles de Penafiel para luego dar lentas vueltas en camino a Solar Egas Moniz. Caminos empredrados y casas antiguas a los bordes no pueden ser más encantadores que los viñedos, las huertas, los perros y las ovejas que nos miran pasar. Todo esto a las 6 de la tarde mientras el sol cae en su tono más dorado.
*Nota: Todo lo anteriormente mencionado queda enmarcado dentro de Penafiel, un rincón al norte de Portugal al que espero te haya animado a visitar.
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