En más de una ocasión he tenido que poner mi vida en manos de algún conductor, esperando que su pericia sea suficiente para atravesar caminos lluviosos, autopistas bloqueadas, precipicios, deslizamientos, lluvia, granizo, nieve y otro centenar de problemas. Nadie queda libre de poder ser víctima de los peligros de las rutas. A veces creo que he tenido suerte.
Una vez le pregunté a un chofer si alguna vez había estado a punto de caerse al barranco, y riéndose me respondió que todo el tiempo le pasaba. Quedarse con un par de ruedas fuera del camino es algo que había pasado muchas veces, y alguna vez casi cae al precipicio.
En esta ocasión pude fotografiar una camioneta desbarrancada que por suerte se quedó atorada a mitad del camino. Una grúa llegó horas después para intentar tirar de ella y rescatarla.
Aunque la foto que tomé parezca interesante no es la primera vez que me encuentro con algo similar. Podría decir que casi en todos mis viajes me encuentro con camiones o buses chocados, volteados, o desbarrancados en algún punto. Lo que realmente asusta es saber que cualquiera puede llegar a ser víctima.
Finalmente llegué a mi destino sin tener que pasar por un mal rato. Al conductor le tocó neblina intensa, lluvia y granizo en un tramo de solo tres horas. Por eso es que procuro en la medida de lo posible conocer las condiciones del clima antes de viajar.
…Pero con el clima, uno nunca puede estar del todo seguro.