Me desperté a las 6AM y caminé unas pocas cuadras hacia el terminal. Directo a Guayaquil, el bus demoró 3 horas y costó 3.5 dólares. La mañana estaba nublada y pequeñas lágrimas del cielo caían sobre la ventana del bus que me permitía ver como las áridas costas se transformaban en frondosa vegetación.
De llegada al Terminal de Guayaquil, salí de inmediato y tomé un taxi que me llevara al centro de la ciudad.
Como nunca en mi vida había pisado Guayaquil, prácticamente cualquier lugar al que me llevara daba lo mismo, solo sabía que quería estar lo más cerca del Malecón 2000. Hasta donde pude investigar era lo más pintoresco y céntrico de la ciudad para llegar a otros puntos de interés.
De los apresurados apuntes que pude tomar en algunos cibercafés encontré un “Hotel Dorado” que quedaba cerca del malecón, a 2 cuadras. Cuando el taxista me dejó en la esquina para buscarlo camine tres cuadras de ida y de vuelta, y nunca lo encontré. Así que entre a lo primero que encontré y para mi suerte había un “Hostal Fiesta” en la misma avenida Olmedo.
Subí las escaleras y estaba súper enjaulado. Por lo menos, seguro era. Luego que me abrieran la reja eléctrica pedí que me mostraran la habitación y era así:
Suficiente para que se hospede mi equipaje. Lo que a mí me tocaba era estar todo el día fuera descubriendo la ciudad.