Qué estoy pensando

Salinas, Ecuador

En la península de Santa Elena, a dos horas de Guayaquil se encuentra Salinas cuyo corazón vendría a ser el malecón. Caer en fin de semana es excelente ya que todo cobra vida y se llena de cosas por ver, hacer y experimentar. A lo largo de toda la orilla hay eventos, música, bailes y gente chapoteando. Casi siempre que caminaba por la playa alguna marca obsequiaba bebidas gratis o productos.

Los días de semana son más tranquilos y despejados, hay menos gente. Caminar tantos kilómetros con sandalias puede ser muy doloroso, pero zapatillas con este calor húmedo tampoco es una mejor opción y tampoco es que ande con un arsenal de calzado para elegir. Al final el día tenía la espalda cansada y las piernas adoloridas. Pero caminé lo suficiente para encontrar la otra playa de Salinas más cercana al mirador. Hermoso paisaje que me quitó el hambre.

Como mencioné anteriormente las calles me recordaban bastante a Punta del Este, Uruguay con la diferencia de que todo es mucho más barato que allá. Lo que no es playa, se remite a las calles paralelas con edificios art decó, construcciones modernas u hoteles. Alejándose un poco más centros comerciales, zonas populares, casas de un solo piso de grandes jardines. A pocos metros de la playa tomé un descanso en un parque que tenía esta iglesia, así que aproveché para tomar una foto para recordar la pequeña pausa que hice en mi caminata.

 

Cuando ya no pude caminar más, encontré un lugar con comida típica ecuatoriana que disfruté bastante y por US$2.50 me dieron esto:

Tenían además unas parrillas con varias cosas para elegir entre carnes, patacones, mariscos y unas masas que no supe diferenciar. Lo que comí fue suficiente para satisfacerme y luego pasar a la orilla a descansar, reposar, hacer la fotosíntesis o cualquier cosa que implique tirarse y no hacer nada.

Es increíble la cantidad de cosas que pasan por tus ojos en una tarde de playa… unas más asombrosas que otras.

Como este señor, cuyo negocio era tomar fotos a la gente con su pescado plástico. Se fué a la quiebra cuando aparecieron los de verdad. Todo el mundo quería tomarse fotos gratis con ellos. En esta se puede apreciar la melancolía que está a punto de arrastrarlo al suicidio:

En las noches empiezan a llegar autos con jóvenes con ganas de festejar en las discotecas de la zona. Algunos clubs y hoteles también organizan actividades. La noche refleja las ganas de seguir disfrutando, el agua sigue tibia, las calles son tranquilas y vigiladas. Se siente una brisa tibia y marina que arrulla a todos los seres vivos.

 

Lo que no se debe hacer: irse de Salinas un domingo por la tarde. La estación de buses revienta de gente y colas larguísimas. Solo pase para saber desde donde tenía abordar para irme hacia Guayaquil al día siguiente y por un momento pensé que no lo conseguiría. Pero el día Lunes estaba completamente vacío pude conseguí mi pasaje de inmediato.

Pasé muy agradable en Salinas y si recomiendo hacer una parada por aquí. Es una onda completamente distinta de Montañita, más gente local que turistas, sobre todo familias completas, jóvenes y niños. El malecón tiene una gran oferta de artesanías, helados, comida y cosas para entretener la vista. La ciudad tiene clubs, cafés, discotecas, restaurantes. Hay tours, juegos, así como deportes y actividades marinas muy variadas. Es literalmente un balneario, uno bueno.

Nelson Mochilero

Creador de mochileros.org y la ruta Sudamérica Austral. Blogger de viajes pionero en Latinoamérica, ganador al mejor blog personal y mejor blog de viajes. Puedes leer más aquí. Ahora en Youtube y en estas redes sociales:

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