La gotita de ketchup caía casi en cámara lenta desde mis dedos, luego de haber comenzado su recorrido en la salchicha original alemana de nombre impronunciable y habiendo atravesado toda la longitud del pan.
Mientras se deslizaba era acompañada de la hermosa melodía acústica del violín de algún virtuoso músico callejero.
Cuando llego al suelo había proclamado su independencia, y se perdería para siempre en la plaza de Nuremberg. Nadie solo yo, sabría de su existencia.
El señor que me la vendió tenía un puesto en frente de una de las catedrales góticas más hermosas de la ciudad, a pocos metros de un rio verde que durante el otoño creaba un maravilloso contraste con las hojas amarillas rojas y anaranjadas.
Los patos de ese rio pasaban por debajo del puente, en donde mendigos musicales pedían monedas para posiblemente comer la misma salchicha que yo.
Siguiendo por el paseo en esta plaza subí a la colina que en su cima tenía un maravilloso castillo medieval. Sus paredes de piedra y las enormes cerraduras de hierro dejaban ver su reputada originalidad y solidez histórica. Nuremberg ha sido la ciudad que vio la transferencia de poder de grandes emperadores y monarcas.
Nuremberg es la ciudad donde se hizo el juicio a los Nazis luego de la segunda guerra mundial. Nuremberg fue la ciudad de las famosas dietas imperiales. Nuremberg es el lugar donde se acordó la Paz de Nuremberg celebrada entre Católicos y Protestantes. Nuremberg es el lugar donde artesanos hacían bolígrafos y lápices, dando origen a marcas como la famosa Faber Castell. Nuremberg es el lugar donde se inventó el formato de compresión mp3 en los institutos Fraunhofer. Nuremberg es el lugar en donde hoy en día existe la feria navideña más grande del mundo con un promedio actual de dos millones de visitantes por temporada.
Pero también Nuremberg es el lugar donde me embarre los dedos con kétchup, y es que me parece extraño que te den un pan con salchicha así nomas, sin servilleta, sin envoltorio, sin papelito. 2.5 euros costo el sabor original del «Nuremberg Rostbratwurst».
El centro de esta ciudad es una épica reliquia milenaria, tan digna de caballeros reales como de bandas del metal más posero. Tan digna del Rey Carlos V, como de una película hollywoodense sin presupuesto para el milenario escenario.
Me siento muy humilde al tratar de describir su belleza. Lo que sé es que tengo que regresar para descifrar aun más todos sus acertijos, explorar sus torres, vivir lo que queda de su historia y pedir otra salchicha de Nuremberg, esta vez con mostaza.
Puedes ver el video que publiqué de Nüremberg aquí: https://mochileros.org/nelson/video-de-nuremberg-alemania/
Nota: Este artículo fue publicado inicialmente el 2 de Noviembre del 2012. Lo reecontré y republiqué en 2018 para actualizar las fotos.