Viajeros Víctimas de La Xenofobia e inmigración

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La migración es el tema caliente que divide opiniones en todo el mundo. Mientras algunos países abren sus puertas, otros levantan muros—y no solo físicos, sino también mentales. El problema es que en este clima de polarización no solo los migrantes sufren el rechazo, sino también los viajeros. Sí, aunque no busques quedarte, aunque solo estés de paso, puedes ser víctima de la xenofobia. ¿Qué tan absurdo es eso? Vamos a hablar de cómo esta mentalidad cerrada envenena sociedades, afecta a quienes solo quieren conocer el mundo y por qué es un problema que nos toca a todos.

Qué es la xenofobia

La palabra xenofobia proviene del griego xénos, que significa “extranjero” o “forastero”, y phóbos, que significa “miedo” o “aversión”. Pero en la práctica va más allá del miedo a los extranjeros ya que también se manifiesta como rechazo, la discriminación o incluso el odio hacia personas de otras nacionalidades, culturas o etnias.

La xenofobia es, en el fondo, miedo disfrazado de orgullo. Es la idea de que la presencia de extranjeros pone en riesgo la identidad, la economía o la seguridad de un país, cuando en realidad la historia demuestra lo contrario: las sociedades más prósperas y vibrantes han sido siempre las más diversas.

Argumentos como “nos quitan el trabajo” o “no respetan nuestras costumbres” se caen por su propio peso cuando los datos muestran que los migrantes suelen ocupar empleos que los locales no quieren, aportan cultura y hasta impulsan la economía. La xenofobia no protege nada, solo aísla y empobrece.

Además es un razgo que habla muy mal de las localidades donde se difunde este pensamiento que solo es un veneno que aleja a las personas de cualquier virtud.

Qué es la gentrificación

La palabra gentrificación viene del inglés gentry, que hace referencia a una clase social acomodada. Básicamente, es lo que pasa cuando llega gente con más dinero a un barrio, compra propiedades, sube los precios y, sin querer (o sin importarles), terminan echando a los vecinos de siempre. Lo que antes era un barrio lleno de vida y cultura local se convierte en un escaparate de cafeterías hipsters, alquileres imposibles y tiendas «artesanales» con precios dignos de museo.

Aunque algunos lo ven como “revitalización”, para quienes viven ahí de toda la vida, la gentrificación se siente más como un desalojo disfrazado de modernidad. Y claro, en este juego, los turistas a veces se convierten en villanos involuntarios, ya que la demanda por rentas cortas dispara los precios, dejando a los residentes de toda la vida sin opciones asequibles. En 2023, hasta la RAE aceptó la palabra gentrificación y su verbo gentrificar, porque, le guste a quien le guste, es un fenómeno que está arrasando con barrios en todo el mundo

¿Que tienen que ver la xenofobia y la gentrificación?

La gentrificación y la xenofobia se cruzan en un punto clave: el miedo al «otro». En la gentrificación, los locales ven a los recién llegados—ya sean turistas o inversores—como invasores que destruyen su comunidad. En la xenofobia, el rechazo va hacia extranjeros que supuestamente «alteran» la cultura o economía. En ambos casos, hay un resentimiento hacia quienes vienen de fuera, solo que en uno es por traer demasiado dinero y en el otro por no tener suficiente. Al final, es el mismo miedo infantil a lo desconocido disfrazado de justificación social.

Este es solo uno de varios ejemplos que tratan de intentan justificar la xenofobia. Sin embargo quizá el problema no sea la nacionalidad ni el extranjero, sino en el fondo, el sistema económico tal y como esta desarrollado.

Por qué algunos justifican la xenofobia

Miedo a lo desconocido:

Del mismo modo como a una persona puede no gustarle la música que escucha el vecino, hay jóvenes que discriminan a los viejos, viejos que discriminan a los jóvenes, gente que se discrimina por la apariencia o por el círculo que frecuentan, estudiantes que discriminan a los de otras escuelas, empleados que discriminan a trabajadores de la competencia, etc.

La lista es infinita y la conclusión es de lo más absurda:

«Todos somos los discriminados de alguien más».

Muchas personas justifican la xenofobia debido al miedo a lo desconocido o a la percepción de que los inmigrantes traen consigo costumbres, valores o lenguas que son extrañas o incompatibles con la cultura local o consigo mismos.

Esta bien que hayan cosas que no te gusten. Pero de allí a expresarlo como un berrinche infantil sin considerar el respeto que cada persona se merece hay una diferencia. Y ese es justamente el problema con la xenofobia. Muchos no han cultivado madurez para controlar su sentir al respecto y actúan como el crío que fueron lanzando la comida que no les gusta fuera del plato.

Percepción de amenaza económica:

La creencia de que los inmigrantes «roban» empleos a los nacionales o sobrecargan los sistemas de bienestar social es un argumento comúnmente utilizado para justificar la xenofobia. Se considera que la llegada de extranjeros podría afectar las oportunidades laborales de los locales que muchas veces ignoran su propia falta de cualificaciones y méritos personales como parte del problema. Es más fácil señalar a otro.

Prejuicios raciales y culturales:

Estereotipos negativos basados en la raza, la etnia o la religión pueden alimentar la xenofobia. Las personas pueden percibir a ciertos grupos como «inferiores» o peligrosos, lo que fomenta el rechazo hacia ellos.

Nacionalismo extremo:

El nacionalismo, especialmente en sus formas más extremas, promueve la idea de que la identidad nacional debe mantenerse pura y homogénea, rechazando la influencia extranjera. Los movimientos de derecha más radicales suelen exponer una visión nacionalista cerrada que justifica la xenofobia como una forma de proteger la «identidad cultural» frente a la diversidad.

Inseguridad social y política:

En situaciones de crisis económica, inseguridad o inestabilidad política, algunas personas buscan chivos expiatorios en los inmigrantes, a quienes acusan de ser la causa de los problemas sociales y económicos. Esto incrementa los sentimientos xenófobos como una forma de desviar la atención de los problemas internos.

Desinformación y miedo mediático:

Los medios de comunicación, pueden sobrealimentar estereotipos negativos sobre los inmigrantes, vinculándolos con crímenes, terrorismo o problemas sociales. Esto refuerza el miedo irracional y la xenofobia, basándose en la desinformación y en la manipulación de la percepción pública. De este modo la gente empieza a llamar a los delincuentes por su nacionalidad en vez de por su crimen.

El gentilicio se transforma en sinónimo de criminal en vez de atender los casos puntuales como sería correcto.

Religión y creencias fundamentales:

En algunos casos, la xenofobia está justificada por creencias religiosas o ideológicas que consideran que la religión o las costumbres de los inmigrantes son una amenaza para los valores tradicionales de la sociedad.

Falacias sobre la «invasión» y «pérdida de control»:

Algunos grupos, especialmente en los de mayor edad, creen que el aumento de inmigrantes en ciertos países o regiones es una «invasión» que pone en peligro el control político, social y cultural del país. Este sentimiento se refuerza con ideas de «reemplazo» de la población autóctona por extranjeros.

La xenofobia no es la solución

El razonamiento detrás de la xenofobia es tan básico como absurdo: «X es extranjero y por lo tanto, todos los que vienen de su país, hablan como él o tienen su color de piel deben ser iguales».

Detrás de esto está el mismo miedo irracional que ha desatado guerras, genocidios y conflictos históricos: «Hay que denigrarlos, expulsarlos o hacerles la vida imposible antes de que nos hagan algo a nosotros». Y las excusas son las de siempre: «nos quitan el trabajo», «invaden nuestra cultura», «ya hay demasiados».

Pero ya sean turistas o migrantes, lo que realmente molesta a algunos no es la presencia del otro, sino la inseguridad de verse rodeados por algo que no controlan. Se olvidan de que todas las sociedades han cambiado, evolucionado y prosperado gracias al intercambio cultural.

Y la historia lo deja claro: el miedo al extranjero nunca ha construido nada, solo ha destruido sociedades enteras

La xenofobia empeora el problema que pretende combatir

La xenofobia solo aumenta el problema de la migración, generando más violencia, rechazo y discriminación.

Imagina las terribles condiciones que propicia un país xenófobo para aquellos niños que habiendo nacido en el país siguen siendo tratados como inmigrantes o extranjeros. El choque y abuso durante su crecimiento y el efecto psicológico de no ser tratado con dignidad puede despertar un rechazo hacia la gente y el propio país que tarde o temprano repercute.

Ciertamente la migración obligada viene acompañada de problemas sociales y puede venir estrechamente de la mano con pobreza e inseguridad. Es en ese estrecho camino la gente opta por sacar lo mejor de su lado humano y social o bien aislarse y maldecir a todos los que sean extranjeros agravando doblemente el problema.

Porque ninguna campaña de odio o de limpieza puede terminar bien dejando un lugar mejor de lo que estaba. La discriminación, el odio y el rencor continuo son semillas que solo dan nefastas cosechas.

No seas cómplice de un mundo peor

Si te incomoda la idea de vivir en un mundo lleno de odio e intolerancia, lo mínimo que puedes hacer es no sumarte a la ola de rechazo al inmigrante.

Cada persona debería ser juzgada por sus acciones, no por su pasaporte, color de piel o acento. Un ladrón lo es porque roba, no por su nacionalidad. Pero en lugar de analizar el problema con lógica, algunos prefieren señalar con el dedo y culpar a grupos enteros por los problemas de la sociedad.

Sí, es cierto que la migración masiva puede traer desafíos: explotación laboral, delincuencia, tensión social. Pero estas situaciones no aparecen porque sí. Son el resultado de la precariedad y la falta de oportunidades, algo que ocurre en cualquier comunidad marginada. Y aquí entra el punto clave: el manejo de estos problemas es responsabilidad de los gobiernos, no de los prejuicios individuales. ¿Qué solucionas odiando?

Ahora, plantéatelo de otra forma: si mañana estuvieras en un país desconocido, sin recursos, ¿cómo te gustaría que te trataran? ¿Con dignidad y respeto o con rechazo y desprecio?

La xenofobia no solo es inmoral, es absurda y contraproducente. No resuelve nada, solo divide, genera más conflictos y perpetúa desigualdades. Y esto no se trata solo de racismo: cualquier forma de discriminación basada en prejuicios es un reflejo de la misma mentalidad. No se trata de «tolerancia», sino de lo más básico: dejar de juzgar a la gente por su apariencia y aprender a ver a las personas por lo que realmente son.

Soluciones para promover el bien común

Educación y empatía: las únicas respuestas inteligentes

Si queremos una sociedad mejor, lo mínimo que podemos hacer es educarnos y desarrollar empatía. Si dejamos que la xenofobia se normalice, lo único que lograremos será construir una comunidad reconocida no por su riqueza cultural, sino por su odio.

Ser tolerante no significa aceptar el caos ni renunciar al orden. Significa entender que las reglas deben aplicarse a todos por igual. Si alguien comete un crimen, debe ser juzgado como delincuente, no como «extranjero delincuente». Mezclar ambas cosas solo refuerza la ignorancia y el prejuicio.

Las fronteras, los pasaportes y las nacionalidades son inventos humanos que, en lugar de unirnos, han servido para clasificar y segregar a las personas de manera arbitraria. Mientras seguimos midiendo el valor de alguien por su país de origen, nos mantenemos atrapados en un pensamiento primitivo que no tiene lugar en una sociedad que pretende ser justa.

Hay varios rechazos socialmente aceptados como «la reputación del pasaporte» que nos indican todavía cuanto nos falta avanzar como humanidad. Ni siquiera los animales deben rendir cuentas para vivir en el mundo a sus anchas. ¿por qué deberíamos hacerlo los humanos?

Es responsabilidad de los gobiernos diseñar políticas inteligentes para garantizar los derechos de los inmigrantes y fomentar una integración real en la sociedad. Pero mientras eso ocurre, es nuestra responsabilidad como individuos dejar de alimentar la discriminación y empezar a ver a las personas por lo que realmente son: personas.

Los viajeros no pueden vivir en un mundo de xenofobia

«Así como tratas a otros serás tratado». La xenofobia es un problema grave que no tiene lugar en una sociedad justa y equitativa. Debemos trabajar juntos para promover el bien común y combatir la xenofobia, fomentando la educación, la empatía y el respeto hacia los demás.

Solo así podremos construir una sociedad más justa y próspera para todos.

Solo así podremos estar aptos para ser auténticos viajeros y ciudadanos del mundo.

Nelson Mochilero

#NelsonMochilero es escritor de viajes, explorador, fotógrafo y youtuber. Blogger de viajes desde 1996. Creador de Mochileros.org con la misión de crear nuevos viajeros. Síguelo en Instagram.

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