Hay cosas que te ponen en peligro en tus viajes sin que te des cuenta. A veces es por ignorancia, otras por arrogancia, y muchas solo por estar en el lugar equivocado con la actitud equivocada. Existen y en este artículo verás 23 errores que te convierten en un viajero en peligro.
No te estoy diciendo que si haces esto vas a terminar en una zanja (bueno un poco). Pero sí te digo que no te estas cubriendo las espaldas por más que lleves una mochila. Cada uno de estos hábitos te saca de la zona segura y te identifica como mochilero novato. Lleva contigo siempre alguno de estos seguros de viajes para cuidarte de imprevistos como robos, retrasos de equipaje, enfermedad, pérdida de vuelos, etc.


Bien sabemos que no es lo mismo caminar solitario por un lugar peligroso que ir con bajo perfil en un lugar lleno de gente. Claramente nuestro comportamiento puede marcar la diferencia.
Y lo más jodido es esto: muchas veces somos nosotros los que nos envolvemos en papel de regalo para los estafadores, ladrones y depredadores del camino. Les damos todas las pistas. Les decimos sin hablar: “soy turista, no tengo ni idea, aprovechame”.
Por eso, si quieres sobrevivir con estilo y no ser uno más en las estadísticas, tienes que conocer estos errores. Son 23 maneras de convertir tu viaje en una ruleta rusa.
Y si sabes cuáles son… también sabes cómo esquivarlos.
Prepara la mochila. Vamos a desarmar el manual del viajero kamikaze.
23 Errores de Mochileros Novatos Que Deberías Evitar
1 Caer ebrio/a con desconocidos y perder el control: si no recuerdas la mitad de la noche anterior, no sabés con quién estuviste, ni qué te sacaron, ni a dónde fuiste. Tu memoria no es la única que se apagó.
2 Dejar tu equipaje desatendido confiando en la buena vibra universal: spoiler, no todos los viajeros son luz, algunos viajan cazando distraídos como tú.
3 Caminar por barrios peligrosos luciendo tus gadgets: reloj caro, cámara colgando, smartphone último modelo. Estás gritando: «Róbenme» en 27 idiomas.
4 Creer que nada malo te puede pasar. Pensar que eres intocable porque tienes una estrella de la suerte pegada a la espalda: la buena fortuna no dura eternamente, y el azar no distingue mochilas.
5 No ponerle candado al locker del hostal: estás dejando una carta de amor abierta a los oportunistas del pasillo.
6 Entregar tus datos personales y bancarios como si fueran postales: phishing, robo de identidad y cargos fantasmas te van a perseguir de ciudad en ciudad.
7 Creer que los seguro médicos son para personas paranoicas: una caída tonta o una infección puede costarte un vuelo de repatriación. Literal.
8 Frecuentar gente y lugares peligrosos para conseguir sustancias y servicios ilegales.
9 Ir a solas a lugares donde se sugiere constantemente no hacerlo, y sin decirle a nadie que estás allí. Bonus si vas por la noche. Es la versión mochilera de dejar la puerta abierta y prender una bengala.

10 Distraerte con el paisaje y caminar como un zombi en ciudades agitadas: los carteristas te ven antes de que veas la catedral.
11 No cuidar tu mochila y bolsillos en estaciones repletas: los dedos ajenos bailan mejor cuando tú estás en piloto automático.
12 Llevar todo tu dinero en efectivo y guardarlo en un solo lugar: una pérdida, un robo, y adiós a tu viaje. Sin plan de rescate.
13 Dejar tus cosas de valor a la vista como si el hostal fuera una bóveda suiza: alguien siempre está observando… y no es el recepcionista.
14 No saber dónde está tu póliza o el número de tu seguro: cuando te pase algo, vas a necesitarlo en segundos. No 15 pestañas después.
15 Aguantar una enfermedad «para ahorrar»: felicidades, ahora vas directo al hospital… y multiplicaste el costo por diez.
16 Exponer tu vida entera en redes sociales: tus horarios, tu ubicación, tu familia… gratis para quien quiera seguirte.
17 No tienes un plan B por si algo malo sucede: ni para perder el tren, ni para un robo, ni para quedarte sin internet. Improvisar está bien, hasta que deja de estarlo.
18 Ir a lugares demasiado humildes usando ropas y accesorios que nadie allí podría pagarse o que representan gran parte de los sueldos de las personas.
19 Cruzar encomiendas de otras personas sin conocer el contenido; o peor aún, sabiendo que es ilegal.
20 Alquilar un auto o moto sin conocer las normas locales de tránsito del país que visitas. Multas, accidentes, o peor. «No lo sabía» no te salva de la cárcel.
21 No cuidar la higiene de lo que ingieres ni la de tus manos antes de comer: gastroenteritis internacional, el clásico que nadie quiere en su itinerario. Cuida bien de tu salud colega y siempre procura comer sano.
22 Faltar el respeto a las normas, leyes y cultura de un lugar porque «en tu país no es así» o simplemente porque no estás acostumbrado. No hagas el ridículo.
23 Hacer locuras para las que no estas preparado/a físicamente como Cruzar el Tapón del Darién o hacer el Camino Inca despues de pasarte meses comiendo hamburguesas y haciendo maratones de Netflix.
Extra: Haberte visto en alguno de casos mencionados de esta lista … pero al final dejar que todo siga exactamente igual.
¿Que aprendimos de esta lista de desventuras viajeras?
Viajar no es peligroso por naturaleza. El peligro está en todas partes: en tu ciudad, en la ruta, en los pasillos de un banco o en una esquina cualquiera del mundo. Lo que marca la diferencia es cómo nos movemos entre esas sombras. A veces el caos nos elige. Pero muchas otras, somos nosotros quienes le abrimos la puerta.
No es lo mismo ser asaltado en la fila de un banco en pleno día que salir borracho, solo y perdido de madrugada en el extranjero. El primer caso no es tu culpa y el segundo es provocado por tu propia irresponsabilidad. La línea entre la mala suerte y la estupidez puede ser muy fina… pero es una línea real.
Esta lista no es un sermón. Es un espejo. Para que mires tus hábitos, los desarmes y construyas una versión más lúcida de ti mismo/a en tus viajes. Porque cada decisión cuenta. Porque cada error evitable es un enemigo menos.
Y si aún así todo se va al carajo, recuerda esto: no estás solo. Tu seguro de viaje puede sacarte de un infierno logístico, de una emergencia médica o de una situación que no veías venir. Equipaje perdido, atención médica, asistencia legal… más vale tenerlo y no necesitarlo, que suplicar por él cuando ya es tarde.
Viajar con inteligencia no significa tener miedo. Significa que sabes dónde estás parado. Y que prefieres vivir mil aventuras… sin tener que aprenderlo todo a golpes.
